Algo maravilloso pasó en los últimos conciertos de Vetusta Morla, los últimos ya que toman vacaciones indefinidas tras 25 años en el la carretera. El de ayer, 9 de septiembre, me quedará en el recuerdo y en el alma, creo que fué el mejor que he visto de la banda.
Me gustó sobremanera que su producción fuera única y exclusivamente con elementos que tenia la sala, nada de fuegos de artificio, rock & roll, buenos técnicos y muchas, muchísimas canciones memorables.
Pero hubo algo que me hizo reflexionar y que me ha empujado a escribir estas líneas.
Pucho ayer, entre otras muchísimas cosas, habló de normativas, sobre todo a la que atañe al sonido. Sin lugar a dudas hizo una defensa a ultranza sobre la necesidad de sentir la música y no solo escucharla en recintos al aire libre, y tiene razón, ya que la sin razón de la normativa nos obliga en ocasiones a producir conciertos donde la música es lo secundario, no se escucha.
Pucho había lanzado un concurso al publico, averiguar cual de su audiencia (Barcelona Razzmataz y Madrid La Riviera) era capaz de hacer mas ruido y registrarlo en niveles sonoros, es decir, decibelios.
El chascarrillo estaba hecho, ya que no había un premio para el publico ganador, pero si un mensaje claro, la necesidad de poder emitir decibelios suficientes para que el comprador de una experiencia como la de un concierto, sea plena.
Los datos: en Madrid por ejemplo, a partir de las 23 h (horario nocturno) la norma dice que no se puede emitir mas de 100Db´s a 1,5m de la fuente sonora, los altavoces.
Claro, te preguntaras que quiere decir esto, y es bien sencillo, si te encuentras a 15m de la misma es posible que pienses que te están robando el dinero de la entrada ya que lo único que vas a escuchar es al de al lado que esta discutiendo con un colega sobre si la banda molaba mas antes, un clásico.
Se alcanzaron niveles de 117Db´s solo con las gargantas y palmas de los mas de 2.ooo acólitos presentes, un nivel realmente potente sin ayuda de tecnología de amplificación.
De aquí mi inquietud sobre el eterno debate del sonido y las normativas y siempre recuerdo mi mas que manido recurso para intentar convencer a políticos, técnicos y policías… ¿Usted pagaría una entrada para ir al hipódromo de la Zarzuela donde en las carreras, los caballos van a trote? ¿Usted pagaría un ticket por ver la formula 1 y descubre que los coches solo pueden ir en primera? Asi, hasta el infinito.
Obviamente no suele surtir efecto, pero es cierto que remueves conciencias, o por lo menos eso quiero pensar.
Ayer, si nos cernimos a la norma, el publico hubiera estado fuera de normativa y claro, conociendo como funciona todo, intenté encontrar culpables. Tuvo que ser la Riviera, quien con su equipo de seguridad tuvo que haber ido asistente por asistente solicitando que gritaran bajito, o tal vez fuese culpable Pucho que animó a las masas. Tal vez el culpable es el sello discográfico, que gracias a el, se editaron los temas de la banda y la gente se los ha aprendido…
Creo que debemos revisar la normativa, debatiendo con sentido de responsabilidad y aplicarlas con sentido común, si el publico puede alcanzar los 117dbs sin perjuicio para la salud o las zonas colindantes, puede ser razonable que los equipos sonoros también lo hagan, además de reforzar las inversiones para acondicionar espacios, ayudar para reforzar sistemas de protección sonora en zonas afectadas, permitir superación de niveles por impacto económico, cultural y de interés general de los eventos, se debe hacer campañas de concienciación ciudadana, colaborar para ganar todos.
Somos un país de música en directo que en el año 2023 superó los 600 millones de ingresos directos, sin contar con el enorme impacto en turismo, industria, cultura e identidad que los eventos de música en vivo aportan a las ciudades y sin contar el impacto en miles de familias que viven dando servicio a los promotores.
Y todo solo por 117dbs.
Willy G. Blesa




